Así me encuentro una mañana que me levanto con el pie derecho y de repente en el desayuno me viene un destello de tu recuerdo [NO]. Otra vez tú, la chica de mis pesadillas, sueños y maravillas, digo pesadillas porque eres constante y junto a ti no tengo un final digno, por llamarlo así. Todo esto ocurre por el simple hecho de algo no correspondido, un amor, tal vez. O un simple deseo carnal. El hecho es que ansio un día, una noche, un minuto donde todo esté fuera de contexto, donde las palabras estén de más y te dejes guiar por el deseo y que todo lo que fluye, fluya, [SI] incluyendo eso!. Y no importe más nada que ese momento y las dos personas que lo constituyen. Eso quiero, punto.
Hay momentos por los que navegas en Instagram y te tropiezas con post que con tan solo leerlos encuentras implícito tu dolor. Y como la vida es tan corta y no hay momentos oportunos, decidí enviar aquel post y despedirme de ti. De lo que algún día fue y de lo que no, de mi sentir, de cada lágrima o cada noche que no dormí, de las risas y las sensaciones que me producía tan solo verte. Despedirme de esa sensación de que te conocía de toda la vida, de los fracasos y pataletas, despedirme de la persona que llegué a conocer y a su vez me desconoce. Si me preguntan en éste momento si de tener otra oportunidad haría las cosas diferentes, creo que no, porque amé cada momento de locura vivido a tu lado, solo hubiese preferido otro final, que no fuera tan trágico o doloroso. Y final que tuviera más calidez y menos pedazos dispersos por doquier.
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