Caer y llorar.
En lo más profundo, en lo interno,
cuando te destrozan el alma y el cuerpo.
Quedar sin aliento, sin querer caminar,
comer o hasta respirar.
Esa sensación tan inhóspita,
un suspenso eterno como en un film de terror.
El paso de las horas continuas, que no terminan de acabar el día y en cada suspiro te encuentro.
Un torbellino de emociones que invaden cada trozo del corazón destrozado, y le gritas al tiempo que te ayude con eso.
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